Ser o Estar, he aquí la gran diferencia.
“Ser” es la opción que te mantiene anclado en tu eje, es el estado desde el cual puedes actuar como realmente eres. “Ser” es sinónimo de libertad, de coherencia contigo mismo. Si “eres”, gozas de claridad mental y tus emociones son estables. Al “ser”, te quieres y quererte se traduce en reconocer lo que te perjudica para saber decir “no” y atraer a tu vida aquello que te aporta felicidad.
Sin embargo, si vives desde el “estar” es imposible que puedas “ser”. Si actúas desde el “estar”, condicionas tu vida en base a lo que sucede a tu alrededor. Te integras en un sistema que te coarta de libertad y te despersonaliza de aquél quien realmente eres. Si “estás”, eres esclavo de tu mente y no dispones de habilidades emocionales para hacer frente a los imprevistos que suceden en tu vida, de manera que cada contratiempo implica que tu mundo se derrumbe.
Esta dicotomía entre el “ser” y el “estar”, planteada por la directora del centro terapéutico FAC, Griselda Vidiella, en su libro “Un nuevo despertar”, nos sirve para ilustrar cómo, a pesar de que el sistema en el que vivimos empieza a mostrar esperanzadoras flaquezas y aires de cambio, hay muchos factores que nos han impulsado hasta el momento a vivir desde el “estar” alejándonos así del “ser”. En este artículo nos centraremos en tres de estos factores:
1. La educación basada exclusivamente en el aprendizaje académico.
2. El modelo de sociedad capitalista.
3. El auge del comparativismo como consecuencia del acceso global a la información.