Busca un momento para dedicarte sólo a observar qué tipo de pensamientos vienen a visitarte. Verás que si prestas atención a tus pensamientos desde la posición de observador te darás cuenta de que, habitualmente, estos pensamientos siempre se rigen por un mismo patrón y ello te dará una información muy valiosa sobre el filtro a través del cual interpretas todo lo que vives.
Este ejercicio practicado de forma habitual te ayudará a cultivar la atención plena y, desde aquí, ganarás en libertad porque podrás ver venir los pensamientos antes de que te identifiques con ellos y decidir conscientemente cómo gestionarlos.
Por ejemplo, cuando sientas que empiezas a enfadarte, párate y reconoce los pensamientos que empiezan a bombardearte. Conviértete en el observador de la situación. ¿Qué está pasando ahora mismo por tu cabeza? ¿Qué te estás diciendo a ti mismo?
Sólo con el simple hecho de tomar consciencia de estos pensamientos conseguirás debilitarlos y, a partir de aquí, tú decides. Puedes optar por dejarlos marchar sin apegarte a ellos, o puedes escoger enredarte de forma consciente sabiendo que tú no eres ese enfado sino que lo que está pasando ahora es que estás experimentando el enfado.